
El hechicero, llevaba una extraña
máscara que nunca se quitaba delante de nadie. Y con voz grave les dijo a
los muchachos: «Tenéis que construir chozas, adornar cañas con plumas
de cacatúas, deslizarlas en el estanque y hacer hogueras encima de los
hormigueros».
Los jóvenes así lo hicieron. Después, el
hechicero se dirigió al cielo con unos cánticos incomprensibles. Y
entonces una terrible tormenta se desató. Rayos y truenos atemorizaron
durante varios días a toda la población y… acabó la sequía.
Pero el creador de lluvia no estaba
satisfecho con su hazaña y fue a visitar a otro hechicero. Entre los dos
hicieron que una gran llanura seca se transformara en un hermoso lago.
Les dijeron a los jóvenes que se
pusieran a pescar. Pero éstos comenzaron a reír porque decían que en el
agua de lluvia no había peces. Los hechiceros insistieron y los jóvenes
pescaron tantos lucios, carpas y truchas que tuvieron comida para mucho
tiempo.
Debemos ser positivos y pensar que nada es para siempre. ¡Ya vendrán tiempos mejores!